sábado, 10 de marzo de 2012

El desembarco en Menorca en 1781


Crillón dio una instrucción militar con fuerza de ordenanza cuyo artículo primero se refería a los menorquines:

“Siendo todos los habitantes del país oriundos de España y no habiendo dejado de tener nunca el corazón español, de ningún modo se deberán considerar como enemigos, antes al contrario será preciso tratarlos con la mayor suavidad y amistad, debiendo todos los individuos del Ejército considerarse en esta isla como si estuvieran en el centro de España.”

El día 19 de agosto el convoy pasó frente al Castillo de San Felipe, quiso el brigadier Moreno acercar el navío a medio tiro del castillo e izar ante el enemigo la bandera y gallardetón acompañándolo de un cañonazo. A las dos de la tarde el convoy llegó a la Mezquida donde comenzó el desembarco en primer lugar la falúa del navío insignia con el duque de Crilón, brigadier Moreno, mayor general Roca, mariscal conde de Cifuentes, coronel marqués de Peñafiel, cuartel maestre general Lemaur, comandante de la artillería Tortosa, intendente Montenegro, capitán de navío Castejón; plantaron la bandera de la falúa en un montecillo a la vista de los embarcados. El desembarco duró hasta la medianoche sin ser molestados por los ingleses y contemplado por algunos paisanos que vitoreaban los colores españoles.

Las tropas inglesas en la isla apenas si enfrentaron a las españolas, el avanze por toda la isla fue meteórico. La isla de Menorca volvía a ser española después de 5 días de combates, las tropas tomaron el arsenal, así como 53 almacenes valiosos, apresaron varias embarcaciones, hechos más de 150 prisioneros, tomados cañones, establecido el cuartel general en Mahón, acampadas las vanguardias ante el castillo, bloqueado el puerto, entrados por tierra en Ciudadela y Fornells los destacamentos de los marqueses de Avilés y Peñafiel y acatada jubilosamente la soberanía de Carlos III, “el 24 era toda la isla del rey de España, excepto el fuerte de San Felipe.”

Como anécdota lúdico-religiosa: cada año se celebra en la isla canaria de Tenerife la festividad de la Pascua Militar, que se instituyó en 1782, bajo el reinado de Carlos III, como expresión de júbilo por la recuperación de la isla.

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