miércoles, 1 de abril de 2009
El inventor del telescopio fue un español
Se dice que Lipperhey presentó por primera vez su invento al gobierno en La Haya en septiembre de 1608. Pero, al parecer, los historiadores están equivocados. Nuevas investigaciones, que publica la revista History Today, afirman que el inventor del telescopio fue un fabricante de lentes basado en Gerona, España. Su nombre fue Juan Roget, que murió entre 1617 y 1624, afirma Nick Pelling, autor del estudio. Su idea subsecuentemente viajó hacia el norte, a Holanda, y en 1608, quince años después de haberlo creado, tres individuos se reivindicaron por separado el invento…
Según un autor de la época, un holandés -seguramente Janssen- intentó venderle a un noble alemán un telescopio pero no lo logró porque una de las lentes estaba rota y porque el precio era exorbitado.
Este episodio ha llevado a pensar que Janssen vendía en realidad un objeto hecho por otro y a endosar la invención del telescopio a ópticos italianos como G. Battista della Porta o Rafael Gualterotti.
Pero las pesquisas de Pelling no apuntan a Italia sino en dirección a España. Lo hacen siguiendo precisamente el camino marcado por otro italiano -Girolamo Sirtori-, que en 1609 escribe que ha conocido al "verdadero primer inventor" del telescopio: el tal Roget. Pelling sigue los pasos de Simón Guilleuma, que buceó en inventarios de la época en pos de alguno de los primeros telescopios fabricados por el óptico catalán.
Entre ellos destacan dos. En el primero, fechado en abril de 1593, Pedro de Carolona lega a su esposa una "ullera de larga guarnida de llautó". Algo así como un largo catalejo/telescopio de latón. El segundo, fechado el 5 de septiembre de 1608, pertenece a una subasta de los bienes de Jaime Galvany, entre los cuales se cuenta una "ullera de llauna per mirar de lluny". Algo así como "un catalejo/telescopio para mirar de lejos".
Según Pelling, por la época es muy improbable que el primer inventario responda a la definición de telescopio pero el segundo -el de la subasta- se ajusta como un guante a los sucesos de Holanda.
He aquí su hipótesis. Un desconocido compra el telescopio de Galvany en Barcelona y pone inmediatamente rumbo a Francfort, la feria donde se presentaban anualmente los libros y las novedades científicas. Allí, al verse huérfano de contactos, conoce a Janssen y le ofrece ir a medias en el negocio a cambio de que éste le venda el objeto a sus clientes.
Janssen -fascinado por el objeto- hace lo imposible por no venderlo. Cree que ha encontrado la gallina de los huevos de oro. Quiere quedárselo él y así lo hace.
Vuelve enseguida a Holanda, convencido de que será capaz de fabricar algo parecido. Pero Janssen no es óptico y necesita lentes. Se las pide a Lipperhey y a Metius. No se da cuenta de que a la vez propaga el secreto y cava su propia tumba. Cuando construye su propio telescopio y va a la oficina de patentes, se da cuenta de que Lipperhey se le ha adelantado, arrebatándole de paso los laureles a un óptico de Gerona
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