La llegada al pueblo de Nijar en 1759 del rey Carlos III fue festejada con una euforia tan poco contenida, que decidió dar fuego a todos sus bienes para partir desde cero en tan significado momentos.
Mandó acarrear hasta la plaza bebida para todo el presente y se consumieron 77 arrobas de vino y cuatro pellejos de aguardiente. Con esta cantidad de alcohol, la masa se desmadró y acabaron arrasando y saqueando tiendas, casas y locales por todo el pueblo.
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