miércoles, 29 de febrero de 2012

El Robinson Crusoe español



Pedro Serrano fue un capitán español que en 1526 sobrevivió, junto con otro compañero, al naufragio de un patache español en un banco de arena del Mar Caribe, llamado ahora Serrana Bank (Banco de Serrana) en su honor.

Finalmente, de los dos náufragos, tan sólo Pedro Serrano llegó a ser rescatado en 1534, 8 años después del naufragio.

El Inca Garcilaso de la Vega, en su libro Comentarios Reales de los Incas (1609), narra el relato sobre las peripecias de Pedro Serrano.

Los últimos estudios sobre Las Aventuras de Robinson Crusoe y su autor, señalan que la obra que Daniel Defoe terminó de escribir en 1719, se basó fundamentalmente en la historia real de Serrano, en alternancia con las situaciones vividas por otro náufrago posterior a Serrano, llamado Alexander Selkirk, que había naufragado y vivido durante cuatro años en el archipiélago de Juan Fernández.

http://www.trivia-library.com/c/real-life-robinson-crusoe-castaway-pedro-serrano-part-1.htm

lunes, 27 de febrero de 2012

La purga caballeresca




En los conflictos entre Francia y el Imperio Español en el marco de las Guerras italianas (1494-1559), allá por el siglo XVI, aconteció lo que les voy a relatar hoy. Todo empezó cuando un grupo de soldados de la caballería francesa llegó a una abadía y se guareció allí, con permiso, en un primer momento, de los monjes para evitar males mayores. La hospitalidad monacal tenía como contrapartida que aquello sólo sería por una noche, ya que la abadía debía obediencia a las diócesis flamencas( Países Bajos españoles) y la ayuda a Francia podría implicarlos.

Con los franceses acomodados, unos monjes se reunieron con el abad y acordaron ayudar al conde de Egmont, enemigo de los franceses alojados. El abad, hombre versado por lo que vemos, accedió a ayudar a sus señores terrenales, pero siempre que la abadía fuera respetada y no se combatiera en ella.
Prepararon un caldo convenientemente condimentado con unas hierbas purgantes, que además de provocar lo que ustedes bien suponen, indisponían en general al que las ingería. El caldo se les sirvió a los franceses como cena, mientras que los monjes; con la excusa del ayuno, no lo probaron. Después de acostarse, los monjes abandonaron discretamente la abadía y cuando los franceses comenzaron a sufrir los estragos del brebaje, comprendieron que habían sido envenenados y traicionados por los religiosos.

Salieron de la abadía para retroceder hacia un terreno más tranquilo, pero no estaban en las mejores condiciones para cabalgar. Al amanecer fueron atacados por la caballería del Conde de Egmont y así acabó la incursión de aquellos jinetes franceses en territorio enemigo.